
Tal día como hoy, el 5 de julio de 1930, en torno a las 23.15 horas, se sintió en buena parte de la Península Ibérica un seísmo cuyo epicentro se situó en Montilla. Con duración de casi diez segundos, los daños fueron inevitables.
De esa manera, y aunque afortunadamente no hubo que lamentar pérdidas personales, fueron muchos los edificios que sufrieron daños. La revista “Boletín de la Cámara Oficial Minera de Córdoba”, en su número 15 (julio-septiembre de 1930) estimó los daños en torno al millón de pesetas de la época. La zona más afectada fue el centro histórico de la ciudad, con numerosos inmuebles castigados en las calles Santa Brígida, San Francisco, Gran Capitán, Molinos Alta, Feria o Melgar. Igualmente, edificios como la Parroquia de Santiago, la Iglesia de San Sebastián o el Hospital de San Juan de Dios se vieron afectados, sobre todos sus tejados.
De esa manera, y aunque afortunadamente no hubo que lamentar pérdidas personales, fueron muchos los edificios que sufrieron daños. La revista “Boletín de la Cámara Oficial Minera de Córdoba”, en su número 15 (julio-septiembre de 1930) estimó los daños en torno al millón de pesetas de la época. La zona más afectada fue el centro histórico de la ciudad, con numerosos inmuebles castigados en las calles Santa Brígida, San Francisco, Gran Capitán, Molinos Alta, Feria o Melgar. Igualmente, edificios como la Parroquia de Santiago, la Iglesia de San Sebastián o el Hospital de San Juan de Dios se vieron afectados, sobre todos sus tejados.

No obstante, hasta de la desgracia se puede aprovechar el pícaro y, como muestra, el Ingeniero de Minas Antonio Carbonell Trillo-Figueroa, una autoridad en el fenómeno sísmico en los años 30, señaló que en “edificios de mediana construcción o en estado deplorable, que ya así se encontraban precedentemente, se achacó al temblor de tierra su derrumbamiento o su ruina”.
El diario ABC, Edición de Andalucía, el 29 de julio de ese fatídico año, hablaba de la organización de una becerrada a beneficio de los damnificados. 20.108 pesetas se llevaban recaudadas hasta la fecha, lo que amén del millón en que se presupuestaron los daños, puede evidenciar la dureza de la recuperación para algunas familias que habían perdido sus casas.
1930 dejó en Montilla otro terremoto, éste político. En febrero, tras la caída de Primo de Rivera, la inestabilidad del régimen una vez retirado el dictador se evidencia incluso en los entresijos de la política local. El Alcalde montillano José Ortiz es sustituido por el concejal de mayor edad, Francisco Ruz Ruz. Dos meses después, éste es sucedido, de nuevo, por Manuel Herrador Pedraza. Como curiosidad, y por si a alguien le parecen pocos tres alcaldes el mismo año, el Ayuntamiento decidió nombrar Alcalde Honorario al Presidente de la República Argentina, Marcelo T. de Alvear.
Fotografía: Díaz Casariego (La Esfera Ilustración Mundial).
Antonio Merino Menor
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