Corría el año de 1914 cuando la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Presó procedió a representar por primera vez el momento en el que, siguiendo los Evangelios, Judas Iscariote y la guardia romana prendieron al Señor. El lugar elegido para realizar esta representación fue la Plaza de la Rosa, inmediata a la ermita y punto de encuentro de los montillanos.
Pertenezco a esta Hermandad desde mi infancia. Con rostro oculto por el capirote, he alumbrado en su procesión de Jueves Santo. Guiado por mi devoción a la Virgen de la Esperanza, quise ser costalero, y lo fui durante muchos años. Y ahora, mi encomienda en esta Hermandad es la de prender a Jesús: soy Judas Iscariote. En mis comienzos ocultaba mi rostro con capirote de nazareno para alumbrarte, Señor, y con el paso del tiempo y de los años, trasformo mi persona para consumar la traición humana. Con careta burlona que asusta a niños y mayores, aparezco en medio de la Plaza, llena de cuantos me esperan para presenciar tu Prendimiento.
Como lo hicieron quienes quisieron representar a Judas Iscariote a lo largo de los años, cada tarde de Jueves Santo sigo puntualmente la escenificación, los pasos que tengo que dar, mi comportamiento acobardado y confuso, mis andares torpes y vacilantes, convirtiéndose en un ritual que ha pasado de generación en generación durante un siglo.
Viernes Santo, cuando el Maestro cargue con su cruz, será el último amanecer que verán mis ojos. Todo está consumado.
JUDAS ISCARIOTE
Fotos: Manuel Herrador
Fotos: Manuel Herrador
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